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¿Estás realmente ahí?

La primavera ya se siente.
La luz cambia, los días se alargan, florecen los campos… y muchas personas sentimos el impulso de salir al monte, de alejarnos del ruido, de estar en la naturaleza.

Pero, aunque consigamos alejarnos del bullicio externo —pantallas, coches, gente— muchas veces seguimos inmers@s en el ruido interno.
Y aunque estamos rodead@s de un lugar precioso… puede que no estemos realmente ahí.

¿Te ha pasado alguna vez?

Estás en el monte, caminando, respirando aire puro… pero por dentro estás en otra parte. En tu mente, en tus pensamientos, en conversaciones pasadas, en proyecciones futuras.
Y te das cuenta de que, aunque el cuerpo ha salido, la mente se ha quedado encerrada.

No te preocupes. Es totalmente normal.
Darse cuenta es el primer paso. Desde ahí podemos empezar a crear nuevos hábitos.

Una práctica de conexión para tus paseos
La próxima vez que salgas al monte, prueba esto:
•    Detente unos instantes.
•    Cierra los ojos.
•    Siente tus pies bien enraizados en el suelo.

Desde ahí, recorre con tu atención todo el cuerpo:
•    tus piernas, caderas, vientre, espalda, pecho, hombros
•    baja por los brazos hasta las manos
•    siente el cuello, la mandíbula, tu cara, tu cabeza.

Toma unas respiraciones profundas.
Exhala despacito por la boca.

Y sin moverte, abre los ojos suavemente.
No busques mirar algo en concreto.
Deja que el paisaje entre en tu visión, sin prisa, con una mirada abierta y suave.

Respira.
Siente que formas parte de ese paisaje.
Como si tus pies fueran raíces, como los árboles que te rodean.
Cuando así lo sientas, puedes reanudar tu paseo.
Hazlo intentando mantener esa mirada amplia y ese sentimiento de pertenecer.

Y si después de un rato vuelves a distraerte… no pasa nada.
Es totalmente normal.
Puedes repetir este ejercicio varias veces durante tu paseo, cuando lo necesites, o cuando encuentres un lugar que te inspire y te haga sentir conectad@.

Cada pequeño momento de conexión real cuenta.
Y se va sumando.
Tu cuerpo y tu mente empiezan a recordar que sí es posible estar en calma, en presencia, en paz.

Cuanto más lo practiques, más fácil te resultará entrar en ese estado.

Hazlo a tu ritmo.
Cuando el cuerpo te lo pida.
Sin frustración, sin juicio, sin pensar si “te ha salido bien” o no.
 La intención es lo que cuenta.

Si quieres, puedes contarme qué has sentido.
¿Qué parte te ha resultado más fácil?
¿Dónde te ha costado más?
¿En qué lugares sientes esa conexión con más fuerza?

 

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